Tuesday, January 6, 2015

Para leer

Cuando se te olvida el libro que estabas leyendo en la cuarta repisa del estante de tu cuarto, te arrebatan esas aventuras que desde antes tenías preparado vivir. Te das cuenta que en una isla casi desierta hay otras cosas las cuales aprendés a leer. El cielo de noche, las nubes en la tarde o la gente. Este último mi tema preferido, criaturas que encasillan tantas historias en un solo cuerpo. Tan único y predecible se va volviendo cada personaje; la mujer, el hombre, aquel que solo pasa a la orilla del mar mirando hacia el horizonte, el que recorre las montañas con aventuras, los que se pierden, los que encuentran y los que buscan, los que olvidan y los que recuerdan y luego estoy yo, la que observa.
Aprendés que cada movimiento, cada acción, es una reacción más que superficial. Dentro de cada uno de nosotros existe una razón mayor que nos hace actuar. No hacen falta más de tres días para ir encontrando patrones que nos distinguen como seres humanos. Aunque pensándolo mejor prefiero medir tales actitudes en noches, que parecen ser mas breves que cuando sale el sol.
¿Por qué será que la noche parece eterna? ¿Será el cielo estrellado que nos da ese sentimiento de eternidad, al develar la profundidad inmensa con la aparición de cada estrella nueva? O ¿será más bien que el sentimiento de amanecer nos da esperanza mientras que la noche cierra un ciclo que ya sabíamos que iba a acabar?
Tan fáciles de leer, tantos capítulos que se escriben por segundo y que sin darnos cuenta le vamos entregando a los otros permitiéndoles cambiar la historia. Tan difíciles de describir luego las diferentes interpretaciones de estas líneas siempre cambiantes, donde no hay final que valga la pena tratar de adivinar o imaginar. Aprendés a leer, pero para aprender del momento, a diferencia de cuando tomás un libro nuevo esperando con ansias el final. Leés lo que te conviene, un acto egoísta pero necesario. Leés lo suficiente para entender, lo demás te lo imaginas y confías. De la tinta al mundo real donde de la práctica a la acción es lo que vale más.