Thursday, October 28, 2010

El despertar de los sentidos

Fui al Mercado Central, en San Jose.
después de ver, probar, oler, sentir y escuhar, esto fue lo que salio:




A simple vista parece una estructura más en la ciudad, no se puede llegar a percibir su variedad innumerable a menos que se llegue a traspasar sus paredes. Una cantidad de ambientes, olores, colores y hasta sabores se pueden encontrar en un sitio que no esta lejos de las calles agitadas de la capital, aun así ahí adentro es un pequeño mundo propio igual de agitado. En el instante que el cuerpo se adentra, el laberinto comienza a formarse. Poco a poco van despertando los sentidos en el cuerpo. Todo se abre y la curiosidad se despierta, al ser un viajero mas en el día.

En la mañana pocos abastecimientos están abiertos, deliciosos platos de comida típica van llenando las mesas de aquellos que madrugaron. El paladar es un extraño más ahí, conforme va pasando el tiempo más y más restaurantes y puestos de comida van abriendo sus puertas a los visitantes del lugar. Los sentidos del olfato y hasta la vista son seducidos a probar al menos uno de los tantos sabores. No el helado de cas de costumbre, sino que con leche agria dándole un sabor auténtico, dulce y refrescante a su vez. Los sentidos se deleitan al salir de una rutina acostumbrada a sabores artificiales y preservantes de productos internacionales.

Lo oscuro y ruidoso del mercado, sus olores mixtos e imágenes no comunes de cierta manera causarían en su mayor parte un ambiente despreciable. Sombras merodean por los pasillos y figuras desconocidas se pueden ver a lo lejos, aún así los colores de telas brillantes llaman la atención. Son diferentes cosas que llevan luz y color a los rincones mas oscuros. En donde no logra llegar el sol no se necesita, cada objeto diferente crea una paleta de colores que distingue los puestos, así es como se van descubriendo, sus texturas y olores se convierten en los guías del viaje. En un momento las hierbas son las predominantes del área, sus funciones infinitas, todas muy parecidas para un forastero de tal lugar. El ojo no entrenando las da por iguales  pero el especialista conoce cada función y hasta los remedios le receta con garantía de su efectividad. “Curaría hasta los pecados, pero para eso hay otros”.

El calor de la mañana se va adentrando, y logra llenar aquellos espacios en donde su luz resplancede más fuerte. Con forme pasa el tiempo mas y mas personas van llenando, y el sonido no es solo de aquellos cuantos que en la mañana se veían. Los sonidos resuenan todavía mas fuerte, música en algunos rincones, invitaciones a pasar adelante en otros se vuelven el sonido de la tarde. Para esta hora no hay un espacio que no tenga función, las flores están puestas en su lugar, los mariscos y carnes están en vitrina frescas para venderse. Los sentidos del olfato, la vista, el gusto, tacto, y audición están es su cúspide, la mezcla los despierta y transporta a los lugares de origen. A la hora de la salida el sol  es fuerte y el ambiente afuera irreconocible, tanto pasó afuera y había pasado desapercibido por todo lo que pasaba adentro. Al dar los pasos de despedida un respiro al aire nos avisa que volvimos a lo de siempre, aun así a lo lejos se escuchan todavía las diferentes vidas y ambientes que adentro del mercado siguen hasta que las cortinas de hierro se vuelvan a cerrar.

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